domingo, 22 de mayo de 2016

Mr. Darcy soy yo


Sinopsis de "Orgullo y prejuicio" de Jane Austen.

Con la llegada del rico y apuesto Mr. Darcy a su región, las vidas de los Bennet y sus cinco hijas se vuelven del revés. El orgullo y la distancia social, la astucia y la hipocresía, los malentendidos y los juicios apresurados abocan a sus personajes al escándalo y al dolor, pero también a la comprensión, el conocimiento y el amor verdadero.

Mentiría si digo que esto lo pensé cuando leí el libro Orgullo y prejuicio de Jane Austen, porque lo leí hace tanto (como en el 2011) que recuerdo poco sobre la historia y lo que sentí cuando la leí. Recuerdo, eso sí, que me gustó.

La adaptación de 2005 la vería meses después unas cinco veces, sin exagerar. Hace poco volví a ver la películas (y sí, estoy planeando leer el libro de nuevo), esta vez con la diferencia de que el film estaba subtitulado puesto que las anteriores veces había sido con doblaje españolete.

La vi con nuevos ojos, me gustó, aunque hubo cosas que no me maravillaron tanto como la primera vez, y es normal. 

Pero había en particular algo que no dejaba de pensar y meditar: por lo general las lectoras se identifican con Elizabeth Bennet, pero yo no (aunque en algunas cosas sí). Y por ende todas hacen la bromita de que buscan a un Mr. Darcy (no es cierto, ¡todas quieren un Fitzwilliam Darcy en realidad!), pero precisamente eso es lo que me sucedía a mí: Yo no soy Elizabeth Bennet buscando a un Mr. Darcy, ¡yo soy Mr. Darcy!



Mr. Darcy es un hombre que es incapaz de interactuar bien en sociedad con mucha gente a su alrededor... qué demonios, con poca gente también es igual. ¿El problema? Todas las personas que no son cercanas a él o le están conociendo por primera vez le toman por mal humorado y prepotente por la única y llana razón de que Darcy no tiene más expresión en su cara que una línea en los labios y un fruncimiento en las cejas.



Y claro, era así en su época y será así ahora: sino sonríes cada dos por tres minutos y eres carismático y coqueto entonces te tomaran por engreído, grosero y antipático. 




Y Darcy es eso, callado y tímido, incapaz de expresarse con fluidez frente a los demás, excepto... ¡Claro! Si les tiene confianza. En el pasado su confianza fue ultrajada y por ende es más precavido y no deposita su confianza en cualquier persona. Eran pocos los afortunados que conocían verdaderamente a Mr. Darcy, un hombre amable, solidario, bondadoso, alegre y carismático: sus amigos y empleados más cercanos. Empleados que lo habían visto crecer y vivían con él, y amigos que lo conocían también de hacía muchos años.


Y por todo eso digo que yo soy Mr. Darcy. 

Más inexpresiva que el pan, con una mente que se bloquea ante la presión de hablar. Saco los temas más irrelevantes en una conversación, ¿cierto que parece que va a llover? La gente teme quedarse sola conmigo solo por el horror de tener que forzar un tema de conversación con-la-que-no-habla.

Sí, esa soy yo.


Si a Mr. Darcy le iba mal, imaginad ahora a una mujer. Seamos claros: a las mujeres se les exige más ser carismática, amable y alegre, porque sino eres una puta amargada y malaclase, ¿y quién quiere una mujer así? Les tengo una respuesta: Bienvenidos al siglo XXI.

 Pero volviendo a mi problema: sí. Me ha pasado lo mismo que a Mr. Darcy, la gente me juzga antes de conocerme, y cuando al fin me conocen (si es que me dan, o ¿se dan? la oportunidad) me dicen: "Oye, pero si no eres nada amargada como pensé cuando te conocí". Incluso mi propia prima me soltó una vez "Es que intimidas a la gente por tu expresión". 

Me he ganado sin fin de comparaciones que van desde Daria hasta Merlina, y ya digo yo, ¡como quisiera ser en realidad esas tipas! 




Soy Mr. Darcy, quiero expresarme pero me cuesta, la gente toma a mal mis esfuerzos y me mal interpretan.

Pero finalmente, esa gente que decide a conocerme y me da la oportunidad obtienen una persona que habla con fluidez, sonríe y habla hasta el punto que luego la tienen que mandar a callar:

Come on! Mr. Darcy!

Entiendan que no voy por la vida colocando malas caras a propósito (algunas veces sí), simplemente no soy más expresiva, lo que no significa que por dentro vaya odiando al mundo. En fin, dejo un video que habla por mí:









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